El próximo 29 de septiembre, día de San Miguel, además de ser el patrón de Fuentes de Ebro, es la fecha que se considera como el día que nació Miguel Servet, aunque hará, el próximo jueves, 500 años de este feliz acontecimiento. En Aragón somos pocos, pero nunca poco, por eso debemos sentirnos orgullosos de haber tenido entre nuestros antepasados a una persona de la categoría intelectual de Miguel Servet.
A Miguel Servet se le reconoce como un gran sabio en ciencias y humanidades, hombre de su tiempo, aquel Siglo XVI, en el que él fue un modelo de persona renacentista, estudioso infatigable, de gran capcidad de observación y de análisis y con una clarividencia innata. Miguel Servet murió en Suiza por defender sus creencias frente a un entorno cerrado al que le abrumaría con su lucidez. Sus ideas revolucionarías en el contexto en que vivió, influyeron en los filósofos futuros y en el nacimiento de la democracia. Servet descubrió la estructura del corazón y el funcionamiento de la sangre (la circulación menor de la sangre), como si su contribución a la ciencia fuese una alegoría de su propia pasión, esa que le impulsó desde el alma, el conocimiento y la palabra. 
Defensor a ultranza de la libertad de pensamiento y de su expresión, Servet es un símbolo vigente de esa brillantez intelectual a veces incómoda para el poder establecido, pero inevitable e imposible de ocultar, porque actúa como una luz que señala siempre la dirección del futuro.
Una personalidad como la suya, requiere que lo conozcamos mucho más, que nos acerquemos a su pensamiento y a su obra, pues seguro que así llegaremos a apreciarlo y valorarlo como él se merece.
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