Tras varios días reunidos en la cumbre de Copenhague, apenas se notan avances importantes. Es como si no fuesemos conscientes de las pavorosas sequías en África —con sus correspondientes hambrunas—, ni de la desaparición de especies, ni de las inundaciones en Centroeuropa y Asia, ni de los huracanes en el Caribe, o de los tifones en Asia, de laescasez de nieve en los Alpes, del deshielo en el Himalaya y en los polos... Desde hace años, los científicos ven un claro culpable detrás de buena parte de los males que asolan el planeta: el hombre.
Y es el hombre, la humanidad entera la que debe poner remedio a tanto desastre. En proporción directa a la responsabilidad de cada uno Por eso Copenhague puede decepcionarnos una vez más, porque nadie "quiere asumir su responsabilidad", porque tal vez habíamos esperado demasiado, de una nueva cumbre mundial.
Qué cada uno se aplique el cuento. Todos podemos hacer al menos dos cosas, aminorar la contaminación lo posible, en nuestros hábitos de vida y exigir a quienes gobiernan que tomen las decisiones adecuadas, casi nada.
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